Kamchatka, mucho más que un territorio del Risk. Solía pasar horas y horas con mis amigos delante del tablero del Risk y fue por entonces cuando por primera vez descubrí Kamchatka, uno de los territorios del juego, un espacio clave en él. Pero Kamchatka no es un lugar imaginario de un juego. Kamchatka existe.
Kamchatka es una península situada en el Extremo Oriente ruso, al norte de Japón, en pleno cinturón de fuego del Pacífico. Un lugar tan remoto que ha permanecido prácticamente intacto hasta nuestros días. Los rusos llegaron en el siglo XVII, hasta entonces sus únicos habitantes habían sido un puñado de gentes divididas en cuatro tribus: Koryaks, Evens, Chukchies y Itelmans.
Al ser una región tan aislada, Kamchatka no ha tenido prácticamente ningún acontecimiento histórico relevante, salvo algún que otro escarceo sin mucha importancia. Después de la Segunda Guerra Mundial Kamchatka fue declarada zona militar por los rusos y durante 50 años, hasta 1990, estuvo completamente prohibido el acceso a los extranjeros.
Actualmente en Kamchatka viven unas 400.000 personas, prácticamente todas en Petropávlovsk-Kamchatski, el resto, territorio virgen…
¿Por qué Kamchatka?
Quizás os estéis preguntando, ¿Por qué Kamchatka?. En mi anterior viaje, del cual hablaré próximamente, estuve recorriendo la Patagonia chilena y argentina. De ese viaje lo que más me sorprendió es que aún quedaban grandes extensiones de terreno en las que el ser humano aún no había hecho acto de presencia. Naturaleza en estado puro. Quería seguir conociendo lugares así y Kamchatka siempre me había llamado la atención aunque no conocía mucho de ella.
Comencé a investigar y enseguida me di cuenta de que era donde quería ir. Volcanes activos, grandes bosques, osos pardos, salmones salvajes,… También me di cuenta de que no sería el típico viaje en el que colgarme la mochila e ir viendo hacia donde me va llevando. En Kamchatka hay que tenerlo todo bien organizado. Después de un poco más de investigación descubrí que el viaje no sería barato, algo que ya me temía, aunque había conseguido algo de dinero extra hacia poco y que mejor que gastarlo en viajar, ¿no?. Me decidí por una empresa española que se llama Tierras Polares y la verdad que hacerte de pleno.
El viaje
Verano, la única época en la que el tiempo permite visitar Kamchatka. Después de un largo viaje en el que me dio tiempo de visitar a un amigo en París y conocer la plaza roja de Moscú, llegué por fin a Petropávlovsk-Kamchatski. Allí me esperaba una chica de la agencia y poco a poco fueron apareciendo la gente con las que compartiría el viaje. Un grupo de suizos, otro grupo de israelíes, una italiana, un australiano y creo que no me dejo a nadie. Era la primera vez que viajaba con una agencia de viajes y la verdad no sabía muy bien que esperar.
En el hotel nos encontramos con los guías que vendrían con nosotros y después de soltar las cosas en las habitaciones salimos a dar una vuelta por la ciudad. Petropávlovsk-Kamchatski es la típica ciudad rusa con prácticamente todos los edificios iguales, eso sí, rodeada de volcanes. Al día siguiente salimos a dar un paseo en barco bastante interesante en el que vimos todo tipo de aves marinas. Pero lo mejor estaba por llegar…
Comenzaba la verdadera aventura. Nos montamos en un camión/autobús 4×4 que sería nuestro medio de transporte los próximos 10 días, nos dirigimos hacía el norte por un camino de tierra que es lo más parecido a una carretera que hay en Kamchatka fuera de la ciudad. Después de todo el día viajando llegamos a Kozyrevsk, un pequeño pueblo donde hicimos noche antes de continuar el viaje. Al día siguiente nos salimos del camino de tierra y atravesamos literalmente un bosque hasta que, después de algunas horas, el paisaje cambió bruscamente.
Llegamos a una gran meseta volcánica en la que pasaríamos los próximos días. Un lugar desolador, sin prácticamente vegetación. Un lugar hermoso y sorprendente. Durante tres días caminamos sobre los ríos de lava endurecida de la erupción que tuvo lugar el año anterior del volcán Tolbachik. Aun se sentía el calor de la lava bajo los pies. Visitamos un bosque literalmente engullido por la ceniza volcánica en el que solo sobresalían las copas secas de los árboles.
Subimos el volcán Plosky Tolbachik. Desde su cima se veía toda la meseta. Lo que más me sorprendió fue ver todas esas «colinas» volcánicas distribuidas alrededor de la meseta. Me explicaron que cuando la presión bajo la tierra es muy alta y el magma no tiene por donde salir busca las zonas más débiles creando esos conos volcánicos. También era impresionante ver todas las distintas tonalidades de rojos, amarillos, grises,… Después de los días que pasamos en la meseta del Tolbachik ya podía decir que el viaje había valido la pena con creces, pero aún quedaban lugares por descubrir.
Pasamos una noche en un pueblo llamado Esso donde vimos un baile tradicional de la tribu Evens. Me sorprendió lo parecidos que eran con los mapuches de Chile y Argentina, a miles de kilómetros de distancia. Entre otras cosas utilizaban una especie de pandereta prácticamente idéntica a la de los mapuches. ¿Casualidad?
Subimos el volcan Mutnovsky. Su cráter es una especie de desfiladero lleno de chimeneas por donde sale vapor y gases con olor a azufre. Uno de esos lugares donde realmente sientes que la Tierra esta viva y puedes escucharla.
Por último subimos los volcanes Gorely y Avacha con vistas espectaculares desde la cima. Pero no todo va a ser subir y bajar, también tuvimos tiempo para darnos algún que otro baño en aguas termales, cosa que después de tanto esfuerzo agradecimos mucho.
La compañía
Como ya he dicho, esta fue la primera vez que viaje con un grupo organizado y la verdad que salió bastante bien. En general congenié bastante bien con mis compañeros de viaje, especialmente con los suizos y mención aparte para el equipo que nos acompaño todo el viaje y que hizo que saliera todo a la perfección.
Viajamos con dos guías, una cocinera y el conductor. Artyom fue el guía y responsable del viaje, siempre pendiente de todo. Durante el viaje fue padre y tuvo que esperar hasta que termino el viaje para conocer a su hijo. El día que nació lo celebramos a lo grande, con dos salmones gigantes recién pescados y como no, vodka. Para el otro guía fue su primer viaje, un chico de más de dos metros y mucha energía.
La cocinera, Nadia, siempre lo tenía todo listo en el campamento cuando volvíamos hambrientos después de caminar todo el día. Creo que no he vuelto a probar sopas tan ricas. El conductor era una de esas personas que podría estar una vida entera contándote historias y nunca te cansarías de oírle. Había estado en el ejercito toda su vida donde había conducido todo tipo de vehículos por los lugares más inhóspitos. Un día me dio a probar un liquido transparente que tenia dentro de una botella de coca cola…creo que nunca he probado algo tan fuerte.
imágenes sobre mí
contacto blog
“La fotografía ayuda a las personas a ver.” Berenice Abbott
Paloma dice
Me alegro un montón Manuel que te vaya tan bien la vida y que hagas viajes maravillosos… sabes que te deseo lo mejor del mundo, te quiero, melón.
Manu Pérez dice
Gracias Palomilla. Un beso
Beto dice
Una experiencia increíble en un entorno espectacular. Felicidades por las fotos
Manu Pérez dice
Gracias Beto!
Belén dice
Oh Manu gracias por compartir. espectacular viaje, preciosas fotos y un relato muy de diarios que me encantan. Un besazo gordo y a ver cuando nos vamos a poder ver y achucharnos😘
Manu Pérez dice
Gracias! Otro viaje está en camino, pronto lo tendré preparado 🙂