Los Balcanes, entre oriente y occidente. Puerta de entrada a Europa, Los Balcanes han sido siempre un lugar de encuentro de culturas y quizás por eso también una tierra de disputa y de conflictos. Grandes imperios han pasado por esta península: griegos, romanos, otomanos, astro-húngaros,…
El detonante que inició la primera guerra mundial ocurrió en Sarajevo, que entonces pertenecía al imperio astro-húngaro, cuando el 28 de Junio de 1914 un joven nacionalista serbio mató al archiduque Francisco Fernando de Austria. Durante la primera mitad de los años 90 la antigua Yugoslavia se dividió en varios países después de una cruenta guerra civil que conmociono a toda Europa. Más recientemente, Los Balcanes se han convertido en la principal vía de entrada a Europa de las personas que escapan de la guerra de Siria. Y así otros muchos sucesos que me dejo en el tintero. Europa es hoy lo que es en gran parte por los acontecimientos que pasaron en estas tierras.
20 años después
Mi viaje a Los Balcanes fue el primero en el que salí de casa con una idea fotográfica en mente. Acababa de terminar el curso de fotografía documental y quería poner en práctica lo que había aprendido.
Era el verano del 2010. Hacía 20 años de la guerra civil que dividió lo que hasta entonces era Yugoslavia en varios países. Decidí viajar a esos países para intentar plasmar como transcurría la vida de la gente varios años después de que acabara todo aquello.
Pasé casi un mes y medio recorriendo gran parte de Croacia, Bosnia & Herzegovina y el norte de Serbia. Visité lugares como Sarajevo, Mostar, Srbrenica, Dubrovnik, Vukovar,… Lugares que en mi adolescencia no paraban de sonar en los medios de comunicación. Aún tengo la imagen de esa señora intentando cruzar la calle con las bolsas de la compra mientras se escuchaban los disparos de un francotirador.
Srbrenica, donde en Julio de 1995 fueron asesinadas unas 8000 personas, es un pequeño pueblo donde la gente hacia la compra en el supermercado mientras unas abuelas vigilaban a sus nietos que jugaban en el parque. Dubrovnik, que estuvo varios meses asediada durante la guerra, es una ciudad donde cientos de cruceristas desembarcaban por la mañana para volver a marcharse por la tarde. En ciudades como Sarajevo o Mostar el único recuerdo de la guerra eran los impactos de mortero en los edificios, como cicatrices que contaban lo que allí pasó no hacía tanto. Y cementerios. Cementerios llenos de personas nacidas a finales de los 70 o principio de los 80. Muertas en la guerra. No podía dejar de pensar que todas esas personas tendrían que tener ahora mi edad.
Gentes
Encontré mucha gente por el camino. Gente entrañable y curiosa. Querían saber de mí y muchas también querían contarme. Dejaba que me hablasen de lo que quisieran, sin yo preguntar nada.
Había gente que me contaba historias de la guerra. De como su padre estuvo presente en un intercambio de prisioneros, o de como fue que estuvo en Barcelona, mientras me enseñaba la cicatriz de una herida de bala en el brazo. Todas estas cosas te las contaban de forma natural, como quien te cuenta que el domingo se fue a comer una paella al campo con la familia. Otras personas me contaban como habían estado viajando por todo el mundo haciendo dedo, o como habían aprendido a chapurrear el español a través de las telenovelas.
Este viaje posiblemente fue y será uno de los más intensos y enriquecedores de mi vida. En este viaje comencé a viajar con mayúsculas.
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“Uno se convierte en fotógrafo cuando ha superado las preocupaciones del aprendizaje y en sus manos la cámara se convierte en una extensión de uno mismo. Entonces comienza la creatividad.” Carl Mydans